lunes, 14 de julio de 2008

V



V



De regreso en su mundo tácito y monótono, todo era normal. Como si estuviesen acostumbrados que cosa curiosas pasaran alrededor de ellos, pero quizás a esa altura ya nada incomodaba, después de cometer crímenes era dudoso que pudiese incomodarles algo. Era parte de su costumbre sentir la calidez del líquido que fluye por los cuerpos de los seres vivos sobre sus manos, cara, cuerpo en general. Después de todo la costumbre rige sobre todos los humanos y ellos no eran la excepción.

Por su parte Mathew empacaba las maletas, mientras Helena aún un tanto inmersa en sus pensamientos tomaba un baño, lo mejor sería no dormir, ya que debían estar en el aeropuerto a las cinco de la madrugada, con sus documentos falsificados. Durante algunos días Helena tomaría prestado el nombre de Jimena Sanders, sus dedos estaban arrugándose en la tina y el agua comenzaba a enfriarse cuando se decidió a salir, provocando que su piel se erizara por el frio, hasta el mas recóndito lugar de su cuerpo, que lucía algunas cicatrices en las piernas y un corte un tanto reciente en un brazo.

Cecil en tanto, miraba la televisión, con un aire perdido. Mathew empacó un pequeño relicario, que había pertenecido a su madre, la cual siempre había sabido la verdad acerca de la identidad de su hijo y había callado durante toda su vida para que su padre no emprendiera acciones contra él. El ambiente estaba tenso para Helena y Mathew, ahora que ella sabía la verdad se sentía confundida, Cecil se daba cuenta pero callaba ante el televisor de forma indiferente.

Helena se metió en la cama, con el cabello aun húmedo, y confiada, como siempre, se durmió.

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